Antiguo Botín
“Botín parece que ha existido siempre y que Adán y Eva han comido allí el primer cochifrito que se guisó en el mundo.” Gómez de la Serna
|
“En nuestra cocina no hay microondas” afirma uno de los dueños de Botín, el restaurante más antiguo del mundo, según el libro Guinness de los Records. Se llama Carlos González y es uno de los tres nietos de Amparo y Emilio, quienes compraron el lugar en 1930. Y a propósito comenta: “parece que a último momento, el vendedor tenía dudas sobre si realizar la transacción o no. Al oír esto, mi abuela, que estaba haciendo buñuelos, amenazó con prender fuego todas las instalaciones con el aceite y la preparación, si no mantenía su palabra”. Santo remedio.
La carta es
simple, se quitaron algunas propuestas para potenciar los platos más característicos
que se pueden degustar. Una vez más, Carlos, socio gerente, agrega: “Acá no hay
ni espumas ni deconstrucciones. En verano, gazpacho de primera (entrada) y en
invierno, sopa de ajo. Luego todo igual. Nuestra especialidad son los cochinillos. Sólo
hace falta uno de la mejor calidad y el horno a leña de encina, la madera que
más calor produce y con menor humedad. Ese es nuestro secreto, es decir,
cocinero a tus zapatos.”
El staff está compuesto por 72 personas y
la política de la empresa es la buena atención: “cuidamos mucho el trato al
comensal. Buenas raciones a buenos precios y sobre todo, buena cocina. Al
cliente no se lo puede engañar, porque como dicen por acá, pronto se te ve el
plumero”, afirma Carlos.
Los objetivos del
equipo de Botín es llegar a 2025 para festejar el tercer centenario, “queremos
mantener la tradición, que alguien regrese luego de 20 años y encuentre los
mismos sabores. Nuestros ejes seguirán siendo los mismos que planteó mi abuelo
Emilio: hospitalidad, buen servicio y buena cocina”, afirma Carlos. Es muy
probable entonces que, para el momento del brindis, perduren también las
bodegas que alegran las copas hoy, Alvaro Palacios, Herencia Remondo y Marqués
de Murrieta.
Comentarios