Sabor minero
La capital de Mina
Gerais es Belo Horizonte, la ciudad en que nació Dilma Rousseff y la tercera
más poblada del país. ¿Qué se puede encontrar allí? Además de industria
metalúrgica, minera, plantaciones de café y azúcar, dicen, la comida regional
más sabrosa de Brasil. Pero esa fama no se logró de un momento para otro, fue
todo un proceso histórico que bien vale la pena recorrer. Un tal Fernao Dias
Paes, apodado “el cazador de esmeraldas” comenzó la búsqueda frenética de
metales preciosos, oro y diamantes en la actual provincia brasileña. Corría el
año 1674 y lo acompañaban bahianos y portugueses. La ambición no midió
consecuencias y lo que nadie previó fue la falta de comida y bebida. Si bien el
contexto incentivó sobreprecios, negocios inescrupulosos y el contrabando, poco
a poco se fue dando respuesta a la gran pregunta: ¿cómo y con qué alimentar a
esos buscadores de tesoro? Los inicios
fueron básicos, frijoles, harina de mandioca, carne seca y café. El plato más
famoso entonces era el feijao tropeiro. Pero
luego el sistema productivo daría paso a las fazendas y plantaciones. Ese otro estilo de vida daría inauguraría a un nuevo estilo de comer y de comida pero siempre en un contexto de
escasez de productos. Gracias a esa condición, la cocina minera apeló y se hizo
famosa justamente por la creatividad aunando simpleza y sofisticación. A
falta de carne bovina, el puerco fue lo más consumido, había también, frijoles
negros, mandioca, jabá[1],
tocino, sabrosos quesos, el choclo, elaborado de todas las formas imaginables,
en harina, en destilados, con ananá, en bizcochos, cuscús, cerveza, en dulces.
Los métodos de conservación más utilizados eran el ahumado y en grasa. Por el
lado de la bebida lo que más se tomaba era cachaza sola, en ponches o mezclada
con jugo de naranja, limón o jengibre. Un capítulo aparte lo merece el café –Mina
Gerais es el mayor productor nacional – y era no sólo consumido en gran
cantidad sino que significaba un gesto de buena cortesía ofrecerlo a todas las visitas.
Desde la colonia
hasta la actualidad, muchos de los ingredientes y platos típicos siguen
vigentes gracias a la memoria. El autor de “Coisas
de Minas, a culinaria dos velhos cadernos”, Raimundo de Oliveira, recuerda
que en la adolescencia, así como los hombres comenzaban a estudiar alguna
carrera o bien aprender algún oficio, las mujeres iniciaban una tarea de
recopilación de recetas de sus madres, tías y abuelas. Recuerda que su progenitora reunió a lo largo
de su vida más de 6000 y que esa documentación gastronómica –recortes, libros,
recetarios, copias manuscritas- era un bien precioso que luego se legaba a las
hijas. Y agrega: “todo buen mineiro sabe que la
cocina no es sólo el lugar en donde se prepara o come el alimento. Es ante todo
el lugar en donde los amigos van a confraternizar, rememorar e intercambiar
ideas”.
En definitiva, la
cocina de Minas Gerais nació a partir de la fiebre aurífera y de la necesidad
de alimentar a un puñado de exploradores en búsqueda de tesoros reales o
utópicos. Y la respuesta a los escasos recursos incentivó una comida simple y la
más sabrosa del Brasil, para muchos. Por eso, si va a Belo Horizonte, a Ouro
Preto, una de las ciudades más divulgadas en los circuitos turísticos, o a
cualquier otra localidad de Minas, no deje de probar alguno de sus platos
ancestrales y aún vigentes: tutu de frijoles con torresmo, lomo de cerdo asado,
gallina con angú y quiabo a la salsa parda y como postre, dulce de guayaba con
queso. Y si por casualidad, inoportunamente está a dieta, deléitese con un
imperdible café minero.
Comentarios
de que la comida invita a una fraternizacion lo cual es muy importante no?felicitaciones cielo me gusto lo que escribiste no podia parar de leerlo jaja, bs!