La Colonia de Pedro
El auto siempre
fue importante en su vida. Aunque tal vez él no esté de acuerdo con esta
afirmación. Cuando era pequeño pasaba por la ruta, camino al cementerio de
Hinojo y por la ventanilla miraba la iglesia San Miguel Arcángel y quería ir.
Pero sus padres le decían: “no hay nada ahí”. Y seguían. Ese trayecto era
frecuente. Para llevar flores a su abuelo.
También un día se dio cuenta que “estaba grande y a diferencia de todo
el mundo” según sus palabras, no tenía coche. Fue a lo de un amigo que se
encargaba de esos menesteres y simplemente, dejándole un fajo de billetes le
dijo “quiero todo esto de auto”. Sin más
detalles. A los dos meses lo llamaron y ahí estaba ese bien. Que fue trasladado
desde Capital Federal hasta Azul por un alumno suyo. Todavía no sabía manejar.
Situación que revirtió a la semana, con alerta de familiares y vecinos.
Pedro Cataldo
Stancanelli tiene alrededor de 50 años, es Licenciado en Turismo y estudió
cinco años de Licenciatura en Sistemas: “porque quería ser rico” y Licenciatura
en Teatro, ambas en Tandil. Ambas abandonadas por viajes y becas a Europa. El
año 2000 lo encontró por tercera vez en el viejo continente sin plata y sin
trabajo. Fue momento de regresar y “reciclarse” según cuenta. Comenzó a armar
circuitos turísticos que unieran dos ciudades bonaerenses, Olavarría y Azul con
un enfoque en las colonias alemanas que las rodean. Así comenzó a girar la
rueda y su obsesión por esa iglesia de la niñez y el pueblo que la contenía,
Colonia Nievas, fundado en 1878 por los alemanes del Volga, a 28 km de
Olavarría volvió a cobrar vida. Consiguió allí un lugar prestado donde recorría
y ofrecía desayunos con repostería alemana. Y avisó a todo el mundo -un mundo
muy pequeño de sólo 27 habitantes en la actualidad- que él estaba interesado en
comprar casa, rancho o lo que se vendiera. Corría el 2004.
Así transcurría
la vida y su auto se rompió. Justo cuando una turista alemana demandaba sus
servicios. Su amiga Sonia hizo de remis y el circuito turístico se desarrolló casi
como siempre. Porque ese día, un vecino de la colonia le dijo que se vendía una
sencilla casa. Era viernes y el lunes Pedro ya la había comprado. Pasaron 10
años desde ese día y hace 5 que nació “Lo de Pedro”. No se podría decir que es
un restaurante de campo. Aunque es lo más cercano. Es difícil de definir porque
como su dueño lo dice, “es como ir a comer a la casa de alguien, así quiero que
sea”. El menú es siempre el mismo: pollo
o bondiola de cerdo con verduras grilladas cocidas en el horno ruso, un tambor a
leña con calor envolvente. También hay empanadas de carne caseras, pizzetas y gran tabla de fiambres, platos
fríos escabechados y tapas calientes. Se pueden armar propuestas ad hoc según demandas concretas de
clientes o grupos. Y hay días especiales como Semana Santa en donde se ofrece
una picada de pescados y mariscos, el clásico locro para 25 de mayo y 9 de
julio o sábados de verano con pizza a la parrilla. El espíritu en cuanto al
menú es conservador según cuenta el anfitrión: “prefiero seguir haciendo lo que
sé que me sale bien o al menos eso creo. Y aviso a las personas cuando llaman
qué les puedo dar, no me gusta engañar a la gente. Acá se da un mix raro, mi
familia es de origen italiano, este lugar es una colonia alemana y Marta, mi
ayudante de cocina es mapuche”.
“Lo de Pedro”
abre sábados, domingos y feriados desde el mediodía hasta el atardecer.
Interesante que el horario de cierre no es por la hora sino por la
estacionalidad, en verano más extenso y más breve en invierno. Hay un amplísimo
patio – jardín con lugar para 25 o 30 personas y un espacio pequeño y acogedor
en su interior, para no más de 20 comensales. La decoración es tipo almacén de
campo con objetos de la familia o regalos de los mismos clientes. Se está
ampliando la cocina para dar vida a un proyecto impulsado por el Municipio de
Olavarría, la Facultad de Agronomía de Azul y el INTA. La elaboración de dulces
y mermeladas a partir de un monte frutal comunitario. Trabajo de equipo. Pedro
afirma: “el turismo no existe si no tiene una inserción social”. Eso es lo que,
tal vez sin saberlo, promueve con la repostería que ofrece en su casa. Los que
llegan pasado el almuerzo encuentran una merienda más que interesante, sin
saber que hay una especie de harem azuleño detrás de ella. Para acompañar el
té, café o chocolate están los alfajores de Chela, el strudel y torta de guayaba y crema inglesa de Beba, el
budín de pan de Cecilia, los higos en almíbar de Analía, la de ricota con dulce
de damascos y torta Daniela de Mariana y otras delicias a cargo de las primas
del anfitrión quien además agrega: “el año pasado pelé 573 guayabas de la
quinta de Estela, con eso hicimos la mermelada para una de las tortas”. Aparentemente,
la vedette de la repostería es la bautizada “Daniela” en honor a la escritora
gastronómica Daniela Di Segni quien en un viaje como una turista más, descubrió
las plantas de naranjas amargas que abundan en las veredas de Azul y le
transmitió a Pedro la receta de una mermelada. El combo con una deliciosa masa
y crema pastelera dieron luz a la torta Daniela. La más solicitada.
En un lugar en
que los padres le decían que allí no había nada, Pedro afirma que él encontró
todo. Los que visitan su casa están en la búsqueda de algo distinto. La gastronomía tal vez no
sea lo más relevante. Es el lugar, la tranquilidad, la cordialidad, escuchar los
pájaros, adentrarse en el campo. Pueden ir desde sitios cercanos –un turismo al
que el anfitrión no apostaba- Sierras Bayas, Sierras Chicas, Colonia Hinojo,
Mar del Plata, Olavarría, Azul pero también remotos como Australia, China, Isla
de la Reunión (Fr) o Suiza. También Ecuador, Chile, Uruguay o Brasil. Allí están en el libro de firmas. Muchos
arribaron por el boca en boca, facebook y otros por estar referenciado en
medios gráficos como la revista Lugares o el libro de Pietro Sorba. Buscar y vivir
una experiencia diferente. De eso se trata.
“Lo de Pedro”
Colonia Nievas –
Km 271 – R.N. 226 (Partido de Olavarría)
02281-15400810
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D@niela
Marta Claudia