Chapeau para Mauro!
Mauro
Colagreco es un cocinero platense con pasaporte internacional. Su arte yira por el mundo con restaurantes propios en Mentón, Shangai, París, La Plata y próximamente Olivos. Además, el gobierno francés le entregó el Orden Nacional del Mérito, reconocimiento que se otorga a personalidades extranjeras que se distinguen por su trabajo y aporte a la nación. Mirazur, su primogénito gastronómico, tiene dos estrellas
Michelín, cumple diez años y está 6º entre
los mejores del mundo.
Mirazur, con una terraza que da a la costa
mediterránea, propone tres universos de experiencia gastronómica: el mar, los
jardines y la montaña. Y una mezcla de esa naturaleza se transforma en platos únicos
que sorprenden al comensal. El restaurante cumple diez años y los festejos se
vienen sucediendo desde mayo, con exactamente diez chefs amigos que, invitados
por su dueño, celebran juntos con propuestas tan disímiles como la de René
Retzepi de Dinamarca, Yoshihiro Narisawa de Japón o Alex Atala de Brasil. Día a
día, en un entorno donde crecen los limoneros por doquier y se está a sólo unos
pocos kilómetros de Mónaco y Ventimiglia por el lado italiano, el menú es
elaborado con productos de estación, orgánicos, propios o de agricultores de la
zona. Una de las especialidades que se pueden mencionar es la crema de azafrán,
espuma de almendras y sorbete de naranja o el recomendado por Mauro, “El
bosque” compuesto por risotto de quinoa, setas de temporada y crema de
parmesano. Todo esto en alrededor de 85 a 132 euros por persona. También el
exclusivo menú de cumpleaños Mirazur, que contempla diez pasos a 210 euros. Con
respecto a obtener una tercera estrella, el cocinero revela: “Los
reconocimientos que recibí a lo largo de mi carrera son muy importantes y un
honor, pero no cocino con ese objetivo sino porque es lo que me apasiona, lo
que me gusta, mi manera de comunicarme con los clientes, con amor todos los
días. Y trabajar de esa manera lleva a obtener todas las recompensas”. También indagamos en cuánto cuesta mantener
un establecimiento de tanto prestigio y confiesa: “Mucho trabajo y sacrificio. No
hay horarios y se necesita mucha energía. Sin dudas, el tiempo es el costo
mayor”. Eso no impidió que Mauro se multiplicara, como los panes bíblicos, y
abriera otros restaurantes, “Único” en Shangai, “Carne” en La Plata y
próximamente en Olivos y “Grand Coeur” en París. Por ahora. Porque como él
mismo confiesa: “Me gusta aceptar nuevos desafíos. Tuve la ocasión de abrirlos
y como soy una persona entusiasta con las ocasiones que la vida me propone,
tras hablar con mi mujer Julia, acepté. El apoyo de ella es fundamental en
estas aventuras”.
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