Elegir el buen camino
“Me pegó en el alma”. Así define Elvira o
“Chichi”, seudónimo por elección, el impacto que sintió cuando conoció Nono
al oeste de Córdoba, en 2002. El destino formó parte de las tradicionales
vacaciones familiares de invierno. El último día de estadía, no paraba de
llorar, aunque disimuló ante sus seres queridos. Algo se había movido en
Traslasierra, mucho más que el paisaje. La vuelta a Buenos Aires, a la
inmobiliaria, al matrimonio, a los tres fabulosos hijos, Sebastián, Florencia y
María, por orden de aparición y a la vida en zona norte de la provincia de
Buenos Aires, parecía seguir igual. Sólo en apariencia, la procesión iba por
dentro.
La “ficha” para Elvira
terminó de caer -imaginamos el combo de lágrimas con pochoclos- viendo tiempo
después, la película “Lugares comunes”
en donde una pareja debe vender su departamento para poder vivir y reciben en
parte de pago una chacra en la provincia de Córdoba, donde empiezan de nuevo. Está
basada en la novela “El renacimiento” de Lorenzo Aristarain. A partir de allí,
el plan familiar, que había sido siempre vacacionar en la playa, se transformó
en Córdoba, Nono, Nono, Córdoba y viceversa por siempre. Al tiempo, Elvira ya separada, larga todo -menos su deseo- y se afinca finalmente en el pueblo tan añorado.
Nono es la derivación
de ñuñu que significa pechos de mujer,
en idioma quechua. “No sabía bien qué hacer. Mi hermano me sugirió incursionar
en el mundo hostel. Yo lo había vivenciado cuando hice el Camino de Santiago de
Compostela. Me gustó, comencé de a poco en las instalaciones de mi segunda
pareja, probándome, me fue muy bien y me di cuenta que me encantaba trabajar
con el turismo, prestar servicio y pasar de toda una vida de inmobiliaria a
anfitriona”. Pero en 2015, a partir de la ruptura amorosa, llegó la hora del proyecto personal individual.
Esta vez a solas completamente, luego de una vida autocalificada de “Susanita”.
Las dudas arreciaron, lejos de sus orígenes, sin la economía cotidiana resuelta
y a empezar de cero. Los familiares y amigos opinaban desde el amor y con
diferentes sugerencias: “venite, qué vas a hacer ahí”. Pero al borde del río,
Florencia, la hija del medio, le dijo “Vieja, dale para adelante”. Y Elvira
tomó nuevamente envión. Vendió lo viejo, compró lo nuevo y adquirió en 2016 una
quinta que es casa y hostal. Un espacio maravilloso, simple, con sello propio
que va mutando día a día. El objetivo es “crecer pero que no se desmadre,
seguir con lo personalizado, algo tranquilo, familiar, el huésped no es un número
más. Cada persona que viene deja su huella y eso es lo que me gusta, que
disfrute, la pase bien”.
El nombre del Hostel Boutique es Buen Camino, como se dice a modo de saludo, en la peregrinación a
Santiago de Compostela. El espacio es de casi una hectárea, bendecido por
árboles, el canto de los pájaros, un cielo que explota de estrellas y dos
mascotas, Sofía y Toto, que hacen todo más bello. Además, la cercanía a
balnearios y al pueblo.
“Es un barco muy
grande no sé si lo voy a poder manejar sola” dice Elvira pero la realidad le
demuestra que avanza, con ayuda de colaboradores y la mezcla de desafío y
felicidad cotidiana, “es maravillosa la vida acá, simple, de pueblo, te llaman
por tu nombre. Si te olvidás la billetera, te anotan el gasto y pasás después,
la seguridad, no hay robos, no tenés el estímulo del consumo”. También aclara que lo más difícil de
sobrellevar es el clima, por su gran amplitud térmica, “el invierno es
durísimo” y la soledad, “que se siente a la noche, cuando se apaga la luz”. Pero
enseguida agrega: “vivir acá es divino”. Desde 2002 supo que ése era SU lugar
en el mundo. Y lo eligió.
Comentarios
Cuando uno hace las cosas desde el corazón, todo es más fácil.
Felicitaciones!!!! Y a seguir soñando