Kaikén: la bodega del ángel


A veinte minutos de la capital mendocina, en Luján de Cuyo y tomando por la Calle de la Virgen, se llega a la bodega del ángel. Esta figura bíblica aparece en toda la folletería de Kaiken. Es una especie de agradecimiento que Douglas Murray –socio fundador de la bodega chilena Montes- hiciera luego de sobrevivir, contra todo pronóstico, a dos gravísimos accidentes automovilísticos.
En el 2001, año emblemático para Argentina, Aurelio Montes, dueño de Viñas Montes en Chile y enólogo, cruzó la cordillera para indagar sobre los vinos mendocinos. En principio, y hasta el 2005, fecha en que se hicieron las primeras plantaciones propias, se alquiló el espacio a distintas bodegas. Así comenzó Kaikén. Un emprendimiento chileno para hacer vinos bien argentinos. Hasta el 2007 en que se afincaron en la ex bodega Barberis, un lugar de 87 hectáreas en donde se procesa un 40% de uva propia y un 70% de otros lugares.
El nombre, Kaiken, surgió en honor a los gansos salvajes que vuelan en el sur, entre Argentina y Chile, “nombre que se adecuaba muy bien a lo que hacemos” explica el enólogo e ingeniero agrónomo a cargo, Eduardo Alemparte, único chileno trabajando de manera permanente en Mendoza.
Las cepas representativas de la bodega son Malbec y Cabernet Sauvignon que dieron origen a los vinos Kaikén en dos líneas, reserva o media y alta o ultra. Este año además, se incorporó el rosado Malbec y hacia fin del 2009, se está preparando el lanzamiento de un vino icono -que aún no tiene nombre- pero será en una categoría top. En relación con el tiempo de estacionamiento, el enólogo explica, “el rosado obviamente no tiene madera, el reserva tiene -un 80% de su composición- ocho meses en barrica americana y el ultra -también un 80%- en doce meses de barrica francesa. El icono lleva en su totalidad, dieciocho meses de barrica francesa.
Sobre los productos elaborados, Eduardo comenta: “nosotros no tenemos grandes secretos en la elaboración del vino, el método es supertradicional, con los mismos equipos que tiene todo el mundo. Pero le damos mucha importancia a la uva, todas las que traemos nos dan productos tremendamente buenos. Para Kaiken el trabajo está más en el viñedo que en la bodega, somos escuchadores de lo que el terreno nos quiere decir y la política es seguir probando los varietales de distintos lugares de la provincia. Nuestra consigna es que primero tiene que ser bueno y luego bonito”.
La producción anual es de 110.000 cajas de 9 litros cada una y sigue creciendo a razón de un 20% por año. Al respecto, los vinos sólo tienen una presencia de un 1% en el mercado interno nacional en lugares muy exclusivos como el Hotel Sofitel, el Faena o Cabaña Las Lilas. El resto, se exporta a través del grupo Montes a Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Suiza o lugares más exóticos como Qatar, Nueva Caledonia o Singapur.
En cuanto al futuro, el enólogo comenta, “hicimos un poco de Syrah, Bonarda, Petit Verdot y un poquito de espumante pero no sé qué destino tendrán. Eso sí, Argentina y Kaikén tienen mucho para crecer en el mundo”. Aleluya, que así sea para la botica del ángel.

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