Harbin, la ciudad china de hielo


Harbin es una particular ciudad en el noroeste de China, a 1250 Km de Pekín. Se la podría denominar la ciudad de hielo pero en realidad es conocida como la “Moscú de oriente”. Toda su arquitectura es propia de ese país limítrofe –cabe destacar la iglesia ortodoxa Santa Sofía- y es tal vez el símbolo de una conexión histórica entre dos países que ligan su pasado y su presente mucho más de lo que se conoce. A modo de ejemplo, luego de la revolución bolcheviche de 1914 miles de refugiados de la ex URSS huyeron cruzando el Río Amur y se radicaron en Harbin. También la ciudad manifiesta su vínculo con Japón de una manera mucho menos feliz. Como resultado de la invasión del país nipón a China en 1931 -que luego prosiguió hasta la Segunda Guerra Mundial- la llamada División 731 construyó una base para probar armas biológicas y todo tipo de experimentos médicos con los prisioneros chinos. El resultado fue más de 40.000 personas torturadas y asesinadas. Este centro militar fue transformado en museo, se ubica a 15km de Harbin y si bien está abierto a todo público no es recomendable para personas impresionables.
Pero, más allá de que cada urbe tiene su pasado e historia, el presente de la Moscú de Oriente se vincula netamente con sus condiciones metereológicas y el arte. Cada año, se realiza una competencia de esculturas gigantes de nieve comprimida. Artistas de todas partes del mundo –Canadá, Francia, Sudáfrica - participan de este evento que marca la impronta internacional de esta lejana ciudad. En algunos casos, las obras son iluminadas internamente por tubos de neón fluorescentes. Además de piezas inéditas de hasta más de 15 metros de altura, pueden observarse réplicas de edificios famosos como el Taj Mahal, la Gran Muralla o la Torre Eiffel.
Es imperdible cruzar a caballo en tan sólo 10 minutos, el Río Sonqua -congelado en el medio de la ciudad- para llegar a la Isla de Sol, sede de la competencia, patinar sobre hielo o bien alquilar trineos tirados por perros huskies.
Por último, si aún le queda más que tiempo, resistencia física a los 40º grados bajo cero, puede darse una vuelta por el Parque de Tigres Siberianos hasta tomar el tren de regreso que tardará 8 horas -en un más que confortable camarote- o bien, para aquellos que gustan de viajes más express, un apacible vuelo de 2.10minutos para aterrizar en las temperaturas más cálidas de Pekín.

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