Zapping emocional

El control remoto es un elemento más que disputado en muchas casas. Es un objeto que resume, en pequeñas dimensiones, una gran cuota de poder. Su uso puede ser con vetas democráticas –a decir verdad, en escasas ocasiones- hasta bien autoritario. Novelas, películas, series, noticieros, deportes, documentales. Las imágenes se suceden. Se mira. ¿Se ve? Así, emulando estas acciones automatizadas, podría decirse que están muchas de las relaciones humanas. Una vez un amigo, observando una construcción antiquísima me dijo: “es de cuando las cosas se hacían para que duraran”.  Hoy recuerdo esa frase y me resulta apropiada para los vínculos afectivos. Y también para miles de objetos producidos en serie, sin identidad ni grandes particularidades. Pero es harina de otro costal en este caso. No es el propósito de estas reflexiones. ¿Cuánto ponemos de nuestra energía e interés en realmente estar con otro? Se sufre el desamor cotidiano. La soledad es una plaga que arrasa y es muy difícil de mitigar. Existe. Y no sólo para aquellos que presentan credenciales de solteros, viudos o separados. Es una vivencia existencial profunda, innegable. Claro que la familia y aquellos que pudieron conformar un vínculo corren con ciertas ventajas. Si viven lejos de la hipocresía o doble vida. Pero los otros, deben apelar a diversas estrategias para que se produzca eso tan difícil, paradójicamente en un mundo hipercomunicado, que es “EL” encuentro. Así, con mayúsculas porque es el inicial, el inaugural. Y pareciera, por confesiones diversas, diván por medio, mesas de café, redes sociales o medios de comunicación, que es casi un milagro que se produzca. Pero sucede. Y se convierte entonces, en el potencial de una segunda vez. Otra oportunidad. Aunque para muchos ya será demasiado compromiso. Y ahí quedarán expectativas, ilusiones, fustraciones y será una anécdota más para contar. No está mal, no fue ni tiempo ni espacio muerto. Pero siempre se quiere más. A pesar de que esto no se quiera confesar ni admitir. El silencio de teléfonos que no volvieron a sonar, mensajes y correos no recibidos. Una sensación de más de lo mismo. Un volver a empezar que escapa muchas veces a la propia voluntad. Y en el medio de una atmósfera de cierto desencanto, se enmascara la experiencia de una manera más aceptada socialmente. Para no mostrar la decepción por lo que no fue. Y se contará, en algunos casos, que fue sólo un touch and go.  Que igual estuvo todo bien y que es una antiguedad tratar de unir sexo con sentimientos. ¿Por qué negar que la ilusión siempre está latente? ¿Acaso no todos quieren vivir un gran amor? La respuesta, por supuesto, no es única pero se acerca mucho a una afirmación. También es cierto que la vida continúa y se apelará a un nuevo corte o color de pelo, algún tratamiento de estética, un viaje postergado, una sobredosis de shopping, cursos de diversa índole –meditación, coaching, teatro, ikebana, golf, compostaje urbano- o se manifestará algún síndrome como workaholic o porqué no, se dará rienda suelta a alguna velada adicción. El zapping afectivo está vigente. Otra vez se mira la pantalla sin ver y se vuelve a empezar. Tan fácil como apretar un botón. Tan difícil como encontrar algo diferente, único. Entre el azar, la propia acción y el destino, ¿quién tiene el control remoto para ser feliz?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Necesitamos cambiar de canal con menos premura, quizás nos perdemos aquello que queríamos ver. Leandro
Anónimo ha dicho que…
Seria el paso mas dificil tal vez y luego los prejuicicios y miedos. Elegir va despues de ver no? , muy bueno hablar de esto y recordarlo. besos!
Anónimo ha dicho que…
Muy bueno tu blog
Unknown ha dicho que…
te envié un mensaje Ana!! soy Hervey, que tengas un lindo día

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