Despedida Gourmet


Extraño lo que no voy a tener. Los pequeños gestos cotidianos. Los que aún tengo. Me anticipo a la falta. Porque va a suceder. Más allá de mi y de vos. Aunque fue mi decisión. Que ahora me cuesta sostener. No quiero perderte. Será un stand by, un still que me genera nostalgias por anticipado. Vos dirías, “basta Andrea del Boca”. Y yo reíría de ese ejemplo estereotipado pero que pinta la tendencia al melodrama que a veces me invade. Gracias por la risa. Y por la ilusión de lo que nunca fue. La promesa incumplida. La primera: “te voy a hacer ñoquis rellenos”. Y tu afirmación no daba cabida a la duda. Era inapelable y ni Donato se hubiera atrevido a desafiarte. Pero nunca sucedió. Fue nuestra primera cena imaginada. Diferente de la real. Hacía dos horas que nos habíamos conocido y compartir una travesía de cinco horas  en micro invitaba al delirio y a palabras de escaramuzas. Todo y nada era posible. Y fue ni todo ni nada. Tal vez algo intermedio pero mucho más y mejor de lo imaginado. A los dos meses de nuestro primer encuentro fue mi cumpleaños. Te invité sin pensar para sorpresa de mi familia. Apareciste con un regalo simbólico seguramente elegido por tu mamá y un plus: mi tarta preferida. La de ricota. La que trajiste en el colectivo sosteniéndola como si fuera un bebé indefenso. Me sedujiste entera. No quería compartirla pero lo hice. A regañadientes y con porciones pequeñas. El tiempo que invertiste en ella terminó de impactarme. Habías conseguido leche cruda (casi un milagro), la habías cortado con lima, solicitado asistencia técnica a tu papá, conseguido una receta en internet y animado a hacerla por primera vez. Tu debut en la pastelería. Esas y otras muestras fueron estocadas certeras en mi devenir ermitaño. Me resistí todo lo que pude. Pero fuiste por más: empanadas caseras, pan integral, carne con baharat, crema catalana, rosca de espinaca, osobuco al malbec y tantos almuerzos o cenas más. Sos obsesivo con el reloj, con pesar los ingredientes y muy autocrítico. Lo interesante es que lo que para mí salió espectacular, generalmente es desaprobado por vos. Nuestras diferencias. Te fascina el pan, a mi no tanto pero ambos adoramos la calidad. Nuestro voto por Abuela Pan, en San Telmo. Y te encanta amasar. La semana pasada dejaste de estudiar inglés para hacerme uno integral. Así te descubrí al llegar a casa, con las manos en la masa. Aromas domésticos. Seguiste las instrucciones de Cocineros Argentinos. Te salió una miga lograda, que no mantuvo su calidad al tostarse. Devenires gastronómicos que adoro. Pero que atentan contra toda figura. Cómo conciliar. Un desafío de por vida. Te gusta lo frito, a mi no. Los bocadillos con acelga cruda. A mi no. Prefiero tipo soufflé. Morís por la mayonesa. Yo no. Y ha sido motivo de varias discusiones. Porque cuando se te corta la culpa es de la minipimer, del aceite, del limón, de la sal, de mi mala onda porque usás muchos huevos cuando ya no tiene sentido ni es posible rectificar un mal resultado. La emulsión no funcionó. Basta de tirar insumos. Y no importa porqué pero si esa desgracia sucede, terminaré siendo la culpable. Siempre. Aunque aprendí que ante la amenaza del inicio de esa preparación, me autoexcluyo de la cocina y a lo sumo hago un paso fugaz o escucho tu rezongos desde otro ambiente, lo más alejado posible. Discutir por comida. ¿Será normal? Somos diferentes. Yo priorizo la mise en place, soy obsesiva con tener todo a mano durante el procedimiento, la higiene previa con alcohol y lavar todo lo que voy usando. Vos usás todos los enseres que haya, todas las ollas, todas las espátulas, la jarra medidora, la balanza. Todo. Y lavás al final. La primera vez que observé el despliegue de enseres usados y que ni siquiera entraban en la pileta casi muero. Pero el sabor de lo producido con ese caos, admite toda redención. Así fue con tu última incursión. Deliciosa. Ante mi deseo, manifestado casi al pasar cuando me iba al trabajo de hamburguesas de lentejas. A mi regreso, lo hiciste realidad. Fue una cena increíble. Gracias. Quiero bis. Por eso y por mucho más no quiero perderte. Pero sucederá. Será un stand by, un still.


 

Comentarios

Entradas populares