La biblia de la alta cocina

Ideada por la misma empresa de los neumáticos, la Guía Michelin destaca anualmente los mejores restaurantes del mundo. Desde hace más de un siglo y con alrededor de 30 millones de ejemplares vendidos, sus páginas glorifican con el poder de una autoridad divina. Entre los chefs bendecidos por la emblemática publicación, un argentino fue distinguido en dos ocasiones. En esta nota repasamos  su historia, su proceso de evaluación y el mito de sus misteriosos inspectores.

Del caucho a la mesa: La visión de dos hermanos

¿Cuál es la relación entre un neumático y una estrella en el mundo gastronómico? Aparentemente, ninguna. Pero esto no es así en la historia de la Guía Michelin. Allá por 1891, en la pequeña ciudad de Clermont Ferrand, a 422km al sur de París, los hermanos Edouard y André Michelín crearon la primera llanta desmontable. Y no pararon con sus inventos, utilizando como materia prima fundamental el caucho, para incursionar en accesorios e implementos para todo tipo de transporte: bicicletas, autos, aviones. Y a sus innovaciones, las acompañaron con la edición de una guía gratuita para sus clientes viajeros. La edición orientaba en la ruta con direcciones de talleres mecánicos, estaciones de servicio, planos de ciudades, restaurantes y hospedajes. Era el año 1900 y su distribución gratuita. Pero en 1920, André ingresó a un taller y descubrió que la guía era utilizada para apuntalar un banco de trabajo. A partir de allí, comenzó a ser paga y el galo sostuvo ese cambio afirmando: “el hombre sólo respeta verdaderamente lo que paga”. Su gratuidad quedó atrás y su precio de lanzamiento fue de siete francos.
Al pasar los años, los hermanos, observaron que la información sobre restaurantes era la más requerida y en 1926 contrataron por primera vez inspectores anónimos para relevar sitios gastronómicos. De manera paralela, inventaron el símbolo de las estrellas para clasificarlos.
A la vista de su vigencia y prestigio a nivel mundial, sin duda  Andre y Edouard fueron unos visionarios y así lo ratifica la compañia: “la notable previsión de los fundadores, los hermanos Michelin, ha dado a la empresa una vocación tan relevante en 2016 como en 1900, para que la conducción, el turismo y la búsqueda de experiencias inolvidables esté al alcance de todos.”.
La guía se transformó en internacional cuando se publicó en 1904 en Bélgica y por primera vez deja las fronteras europeas y se lanza en 2005, en Nueva York. Hoy es un best seller con más de 30 millones de copias vendidas en el mundo.

Universo Michelin
La guía está presente en 28 países, 4 continentes y el criterio para un nuevo destino de lanzamiento es el número de restaurantes, hoteles y potenciales clientes - lectores.
La última fue presentada en julio por su director internacional, Michael Ellis, en Singapur y otorgó por primera vez estrellas a la comida callejera.
La misión de la empresa, desde 1900, sigue siendo la misma “un camino mejor hacia adelante”.
Qué significa cada estrella:
Una estrella: Un buen lugar para detenerse en el viaje, indica un muy buen restaurante en su categoría, ofrece cocina con un estándar consistentemente alto.
Dos estrellas: Un restaurante digno de un desvío, ndica una excelente cocina y platos cuidadosamente elaborados con excelente calidad
Tres estrellas: Un restaurante digno de un viaje especial, indica una cocina excepcional donde los comensales comen muy bien. Los platos son distintivos y ejecutados con precisión, utilizando ingredientes superlativos.
La Guía Michelin transmite sus reseñas a través de resúmenes de dos a tres líneas y más de cien símbolos, incorporando adicionales en reconocimiento de la gastronomía local como vino y palillo de dientes para los bares de tapas en España o vaso de cerveza para los pubs de Reino Unido o Irlanda.
Bib Gourmand: su nombre remite a Bibendum, la simpática mascota oficial de la compañía y es una categoría que, lejos de las consabidas estrellas, premia a restaurantes sencillos, con buena comida y  precios moderados.
Los clientes forman parte de la guía. A través de encuestas de satisfacción incluidas en la misma y más de 45.000 cartas y correos electrónicos recibidos anualmente, ayudan a los inspectores a mejorar la calidad de selección en sus visitas, generando una retroalimentación permanente.
La empresa dixit: “La guía es para todo el mundo, ya que permite a cada lector a encontrar el hotel o restaurante justo. Para cada comodidad requerida, precio y categoría, desde hoteles de lujo hasta tradicionales y desde restaurantes gourmet a pequeños”.

El misterio de los inspectores
“Michelin en la mesa 9. Están aquí” así es levantada la comanda en la película “Una buena receta” (2015). El film narra la obsesión por lograr la 3º estrella de Adam Jones, un cocinero en apuros. La comedia narra el detrás de escena del mundo gastronómico. La visita al restaurante “The Langham”, en Londres, de los temidos y deseados inspectores, genera fantasías diversas: que siempre son dos, de alrededor de cuarenta años, que piden agua de la canilla y media botella de vino, que uno solicita el menú degustación y el otro a la carta, que visten con traje de oficina y que suelen colocar un tenedor bajo de la mesa.
Nada de eso se sabe con certeza. La información institucional de la guía defiende a rajatabla el anonimato y brinda algunos datos concretos: que son profesionales provenientes de la hostelería y gastronomía, que nunca toman nota durante el almuerzo o cena, que siempre pagan lo consumido y que comen entre 250 a 350 comidas por año, en busca de nuevos establecimientos. Que luego de las recorridas participan de  “sesiones estrellas”  en donde junto con el editor buscan el consenso sobre lo evaluado. Cuando esto no se logra, vuelven a inspeccionar los locales en duda. La decisión, de estrellar o dar estrella a los restaurantes debe ser unánime.
A su vez, los criterios de calificación son cinco e idénticos en todo el mundo: la calidad de los ingredientes, el dominio de la cocina y los sabores, la personalidad del chef expresada en la comida, la consistencia en el tiempo del menú y la relación precio – calidad. Por otra parte, en contraposición con la búsqueda de excelencia en los ítems mencionados, los inspectores no relevan la decoración, la disposición de las mesas o la calidad del servicio. Esas categorías pueden apreciarse en la guía a través de los símbolos del tenedor y la cuchara.
También se sabe que en contadas ocasiones los inspectores pueden presentarse, develarse y pedir más información pero siempre después de pagar la factura. Y abonando esa premisa, el Director de la compañía afirma: “La piedra angular del éxito de la guía Michelin es la total independencia. Nuestro proceso de inspección y adjudicación de estrellas es sacrosanto. Y esa independencia de los patrocinadores o socios no es negociable”.

(Escritar para revista "Eye to Eye")


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